miércoles, 14 de diciembre de 2016

NUESTRAS PROPIAS ESTRELLAS DE LA MUERTE.

TECNOLOGÍA MILITAR.

NUESTRA PROPIA GUERRA DE LAS GALAXIAS.

EL NUEVO FILM DE LA SAGA DE GEORGE LUCAS DICE QUE TODO PASA EN UNA GALAXIA LEJANA, HACE MUCHO TIEMPO PERO LAS "ESTRELLAS DE LA MUERTE" YA EXISTEN Y NO ESTAN LEJOS.



El 15 de diciembre se estrena Star Wars: Rogue One, una nueva entrega de esta serie de películas creada por George Lucas hacia 1977, la historia narra cómo los Rebeldes, que luchan contra el Imperio liderado por Darth Vader y su maestro, tratan de infiltrarse a sus bases secretas para intentar robar el plano de la famosa Estrella de la Muerte, un cañón del tamaño de un planeta con la capacidad de destruir un cuerpo celeste de manera instantánea. Pese a que el concepto de armas espaciales es algo tratado con mucha frecuencia en varias obras de ciencia ficción, películas o libro, no es algo que explorado de manera concreta frente a la opinión pública. Desde hace varias décadas, las mayores potenciales mundiales desarrollan diferentes proyectos que intentan crear sistemas de armamento militar, esto podría sonar como algo espectacular pero sin embargo hay una larga historia por detrás de esto, una historia cargada de críticas y advertencias por parte de la comunidad científica del mundo. La carrera armamentística espacial comenzó durante la década del 60, en el contexto de la Guerra Fría, cuando Estados Unidos y la antigua Unión Soviética plantearon, respectivamente, los proyectos Blue Gemini y Almaz en donde se equiparon módulos espaciales con armas así como con equipos de vigilancia para observar a otros satélites. Debido al temor que causaba el inminente bombardeo nuclear entre estos dos Estados por la tensión política existente entre ellas, se creó el Tratado del Espacio Exterior en 1967. Esta convención prohibió el almacenamiento, fabricación y pruebas de armamento nuclear fuera de la órbita de la tierra y sobre cuerpos celestes, asimismo, también anula la posibilidad de construir instalaciones militares, fortificaciones con fines bélicos así como la práctica de maniobras militares. Durante su establecimiento, fue firmada por EEUU, la Unión Soviética y el Reino Unido pero en su ratificación, hecha en el 2015, 104 países más se unieron a esta propuesta que busca regular el uso de armas de destrucción masiva en el espacio exterior.

Por un lado, este marco legal internacional desalienta la utilización de armamento de gran poder destructivo masivo, el mismo no indica nada al respecto del manejo de armas convencionales o "no convencionales". Las primeras son los típicos cañones o misiles mientras que las segundas son denominadas así por el tipo de munición que usan, tales como los rayos laser o el "bombardeo cinético" en el que se lanzan proyectiles no explosivos desde la órbita terrestre, de manera que aprovechen la energía de la velocidad adquirida para generar grandes explosiones. Esto permitió a los países de mayor desarrollo científico experimentar con este concepto poco convencional sobre innovaciones bélicas en la actualidad pero tal como ocurrió desde mediados del siglo XX cuando apareció la idea de un posible holocausto nuclear a manos de una lucha inminente entre soviéticos y capitalistas, la comunidad científica volvió a colocar este asunto del "espacio militarizado" en el blanco de sus críticas que apuntan tanto al riesgo que corre la vida sobre el planeta como a la estabilidad de la paz mundial. El físico estadounidense, Richard Garwin, célebre en el ámbito de la ciencia por haber sido el creador del primer diseño de la bomba de hidrógeno, realizo una serie de presentaciones, escritos y exposiciones ante varias autoridades mundiales para explicar la razón por la que se debe "desmilitarizar" el espacio. Acorde a su texto, Space Weapons: Crossing the US Rubicon, escrito en el 2004 junto a otros científicos, las armas espaciales están limitadas por una serie de cuestiones técnicas y económicas. Según Garwin y sus colegas, el armamento "no convencional" planeado por las milicias de los países avanzados es poco preciso, al ser armas "estacionadas" en un punto determinado de la órbita de la Tierra, no pueden apuntar directamente a sus objetivos por la rotación constante del planeta. Es como si se quisiera aplastar con la mano a un mosquito posado sobre una pelota que gira pero para hacerlo, la mano tiene que esperar a que la gire hasta que el mosquito se encuentre debajo de ella, lo cual hace que todo esto sea poco práctico.

El especialista destacó, por otro lado, que varias naciones como China, Rusia o aquellas que componen a Medio Oriente, cuentan con la tecnología necesaria para poder destruir estos sistemas. Desde minas ubicadas en el espacio con enormes cargas explosivas hasta misiles anti satelitales y equipos preparados para intervenir, manipular o confundir las funciones de estos aparatos, muchos gobiernos cuentan con varios medios que convierten a las armas orbitales en blancos vulnerables.
El físico, en colaboración con sus compañeros,  también apuntó al hecho de que si determinados grupos quisieran atacar ciertos territorios, como por ejemplo, a EEUU, no utilizarían métodos directos o llamativos como misiles de alcance transcontinental con carga nuclear porque estos podrían ser frenados por estas armas en el cielo. En vez de recurrir a esto, buscarían métodos más sutiles o seguros como misiles de corto alcance lanzados en las cercanías del lugar que se desea invadir y el uso de agentes biológicos, químicos, que podrían ser dispersados con discreción. "Encontramos que la utilidad del espacio para fines militares está limitado por 3 factores principales: los altos costos, la susceptibilidad a medidas que contrarresten esto y la disponibilidad de alternativas más efectivas y baratas" afirmó Garwin que por otro lado destacó que EEUU debería promover una "campaña agresiva para prevenir el despacho de armas espaciales, siendo EEUU el primer país en desistir de eso y de la prueba de armas espaciales o armamento anti satelital destructivo".

El físico investigador estadounidense del Centro Hardvard Smithsoniano de Astrofísica, John Remo, aseveró en el año 2009 que "iniciar una guerra en el espacio es invitar al desastre" debido a que la destrucción ocasionada podría dar origen a escombros espaciales que harían peligrosa la navegación en este territorio que podría caer a la Tierra sin contar con que alguno de estos desechos podrían llegar a contener radioactividad o material tóxico que contaminarían el planeta "por siglos".
"Por el beneficio de todos, el espacio común debe ser preservado y declarado fuera de límites para actividad bélica que genere escombros orbitales de manera directa o indirecta. No hay indicios de lanzar armas al espacio, a juzgar por los programas anti satelitales en la Unión Europea, India, Rusia, EEUU y China. Sería poco sabio asumir que esta voluntad continúe en el futuro, y de nuevo, no se puede subestimar que la militarización del espacio solo sea un pequeño paso evolutivo para el ámbito militar, también es un paso hacia un cataclismo irreversible" aseveró Remo ¿Cuántos fanáticos de esta saga no habrán soñado con destruir a la Estrella de la Muerte en medio de una batalla como Luke Skywalker? No tenemos nada que se parezca a esta arma espacial gigante pero tenemos grupos que plantean construir cosas con funcionares parecidas a ella y lamentablemente no contamos rebeldes o Jedis que puedan destruirlas si llegasen a existir, lo único con lo que podemos contar es con que las palabras de los científicos sea escuchada y que nunca tengamos que ver algo como esto en el cielo, que la fuerza nos acompañe.



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